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domingo, 20 de marzo de 2011

València, perdona'm

Ara entenc a Joan Fuster, a Vicent Andrés Estellés, a Mercè Rodoreda, a Joanot Martorell i, perdoneu la meua ignorància i incompetència al referir-me a ell amb aquestes banals paraules, a Jaume I. Ara entenc el que sentien tots plegats quan passejaven pels mateixos carrers que ara contemple jo. Ara sé de la passió amb que es referien a la Terra Mare. Ara sé l’interés d’uns per conquerir-la i fer-la seua, nostra; i també sé de la necessitat d’altres d’expandir-la, no només geogràficament, també cultural i socialment. Sé del marcat èmfasi per descriure-la als llibres i als poemes, i fins i tot a les pintures i escultures. Sé perquè cal fer viure les nostres tradicions i la nostra llengua, la qual no és pas una tradició, sinó que és part intrínseca de la història, de nosaltres.

Em dol i demane disculpes novament si s’evidencia la meua bogeria al vanagloriar la gran ciutat que és València i al referir-me als seus carrers, amplis alguns i estrets i bohemis uns altres, com a glopades d’aire parisenc. Carrers de festa, carrers d’alegria, nens que corren, mares que guaiten i pares que fan matí al bar de la cantonada. Descripció profana si vas a comparar-la amb les mencions dels literats que avui sé ben bé que eren certes: dubte que hagi mai a València dos amants iguals que els d’Estellés, dubte que hi haja cap persona que lluite de la mateixa forma, o més, que ho va fer Fuster, em ric de qui negue que Llull, March, Roig, Valor, Martorell i Rodoreda no han fet res per aquestes terres i clame al cel perdó i indulgència per a aquelles persones que menyspreen la seua terra, perquè no saben certament el significat de les seues barates paraules.

Uns diuen que és una ciutat més, que Barcelona és millor. Benvolguts innocents, no hi ha ciutat, poble, gent ni patrons culturals millors ni pitjors. Cada ciutat enamora d’una forma particular. I saps que una ciutat és més que edificis i carrers quan escoltes al teu interior una reconfortant veu que t’anuncia que tu pertanys a eixe màgic espai, que tot aquest temps estava desitjant vore’t, que delejava vehement retrobar-se amb tu. T’adones alhora que tots aquestos anys estaves equivocat, que tu no buscaves una persona o objecte material. Tu buscaves emocions i sensacions abastables només per a persones que somien i lluiten per aconseguir el que volen. Perdona’m València per aquestes paraules massa grans i perilloses, però tot el que buscava ho he trobat amb tu.

viernes, 17 de diciembre de 2010

La euforia de Chel

Se haya en su cama, hundida, sin ganas, herida y utilizada. No quiere llorar más. Ella quiere volar. Lo dio todo por amor: se entregó completamente, luchó, disfrutó; puso en ello todas sus ganas y, sin esperarlo, de pronto sucedió la tragedia. Se topó con medias verdades, con traiciones y falsedades, con una deformación de la realidad. En ese círculo vicioso de lágrimas y llantos, no encontraba salida alguna, lo que la propició a su única escapatoria: la rendición. Ondeó una bandera blanca y dejó que los demás la juzgaran, se inmiscuyeran en su vida y le hicieran daño, dándose éstos el poder de pronunciarse sobre algo íntimo y ajeno a ellos.

Es impulsiva, valiente y energética pero también tiene corazón. Vio sus posibilidades truncadas y se frustró, adentrándose en el pozo sin fondo de la agonía y la ansiedad. Siempre tuvo una vaga esperanza en su mente de que su mayor deseo se cumpliera y cuando tuvo lugar ese caluroso encuentro, sintió en su interior las aceleradas palpitaciones que procedían de su corazón. Las consecuencias de ese placer nocivo fueron fatales: se lastimó; se engañó a sí misma. Pese a ello, siguió anclada mucho tiempo en la misma página. No podía salir de ese punto sin retorno.

Chel, es hora de avanzar, de abandonar los fatalismos, de eludir el mal karma y de alejarte de comentarios vacíos carentes de sentido y llenos de maldad que a ti, ni te vienen ni te van. Palabras absurdas siempre se han de obviar. Tienes fuerza y coraje para enfrentarte al mundo, pasa salir adelante, para sonreírle a las adversidades. Tú… tú siempre sales adelante y te enfrentas a todas las situaciones que se te presentan. Tú, digan lo que digan, eres maravillosa.

En  este preciso momento se despierta, se suelta el pelo, se pinta de nuevo, escucha los primeros acordes de Always y se siente eufórica, muy eufórica: se siente bien consigo misma, se acepta, sabe que es querida, se siente capaz. Hoy es su noche y su único objetico es ir a disfrutar. Se siente llena (MR...), se siente feliz. ELLA reluce, brilla más que la luna, emana luz.

Tú y yo, soldados sin batalla. Los dos manteniendo guardia.
Tu y yo, protegiéndonos. Los dos soldados del amor.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Mediocre, patético

"No són tristes totes les vides es visquen com es visquen?"
Mercè Rodoreda

Vivo queriéndolo todo y no tengo nada.
Tengo las horas contadas contigo y no te lo he dicho.
Vine buscando mi suerte a este lugar, por eso ahora no tengo a dónde ir.
A veces te marchas, no sé dónde estarás.
Yo te espero, por cumplir hasta el final.

Lo volverá a negar. Callará, sellará sus labios y no lo aceptará. Vivirá en el doloroso silencio, en el vacío de las palabras que nunca pronunció debido a la pesadumbre que conllevaban. Volverá a estafar. A estafarse. A engañarse. Volverá a mentir. Volverá a elevar la mirada intentando eludir su realidad. Lamentablemente, volverá a disimular.

Tejerá redes imaginarias donde podrá esconderse, donde protegerse. No querrá salir nunca de allí y se hará daño. A veces deja volar la imaginación y fantasea con ser libre, con andar descalzo. Huye, huye, huye. Únicamente quiere escapar. Podrá ser consciente de sus actos, pero ni los vive ni los siente, para él sólo suceden. Continuó con su falacia y construyó un gran muro repleto de nombres. Muchos de ellos eran simplemente letras; trazos marcados caóticamente. Otros constituían palabras cargadas de gran valor como en su día lo tuvo la palabra “Dios”.

Soledad, no. Eso no tenía cabida en su mente. Sentía manos, manos que lo sujetaban, que le hacían seguir hacia delante. Sin embargo, constantemente se sumía en inseguridad y escepticismo, viéndose incapaz de afrontar su mundo y parco en posibilidades de triunfo. Pero no podía rendirse, tenía que luchar y superar sus temores. Mientras tanto, veía múltiples miradas, pares de ojos que se fijaban en él: “¡Qué pequeño soy!” - se repetía una y otra vez. Y se sentía idiota, ínfimo, objeto de mofa y risa, mediocre, patético.

Todo avanzaba, siguiendo su curso natural pero, en cambio, sus pies seguían firmes en la áspera tierra. No querían avanzar. Algo los retenía. Entonces se sintió impedido, incapaz de hacer cualquier cosa. Se sentía incómodo con sus dudas y con sus dinámicos pensamientos. Ahora blanco, más tarde negro. Sentía lástima. Lástima hacia su forma de ser, de pensar y de actuar. Sentía miedo, envidia, rencor, inseguridad, autocompasión, cohibición. Y seguía en su espiral, en su vacio mental, en su propia ausencia. Era algo moral. Pedante. Pasional.

Que cada uno se olvide de lo suyo, por un momento, una noche nada más.