viernes, 8 de julio de 2011

¿Por qué murió Operación Triunfo?

Los bochornosos, patéticos y deleznables hechos ocurridos ayer en la presente edición de Supervivientes hacen cuestionar los límites y la ética de la televisión. Sin embargo, este no es el asunto que voy a tratar en las siguientes líneas puesto que, cualquiera con dos dedos de frente puede concluir que Telecinco carece de valores y de moralidad. Por ello, paso a explicar, de forma ejemplificada con el concurso presentado actualmente por Jorge Javier Vázquez, la técnica que la cadena de Mediaset España está llevando a cabo: la degradación de los ‘reality show’.

Supervivientes en sus inicios fue concebido como un concurso donde sólo participaban concursantes anónimos, como en Gran Hermano. Claro que esto fue en el año 2000 y, curiosamente, en Telecinco. Tres años después y hasta 2005, Antena 3 se encargó de producir cuatro ediciones con los nombres de La isla de los FamoS.O.S., La selva de los FamoS.O.S. y Aventura en África. Como es evidente, los concursantes eran rostros conocidos. Finalmente en 2006, Telecinco compró de nuevo el ‘reality’, siguiendo la línea de Antena3 de usar a famosos como concursantes. De este modo, de 2006 a 2010 Jesús Vázquez presentó el ya célebre concurso, la dirección del cual decidió mezclar a famosos con concursantes anónimos en el último año citado. El show estaba servido.

La tragedia se desató cuando este año se cambió por motivos internos a Jesús Vázquez por Jorge Javier Vázquez como conductor del programa. Desde entonces, Supervivientes sufre una horrible enfermedad degenerativa.  Las expulsiones se realizan en los últimos minutos del concurso, concretamente ayer comunicaron que el expulsado era Arturo a la 1:17h de la madrugada; las nominaciones varían: una semana hay 2 nominados, otra semana hay 3 pero, lo que se mantiene inmutable, es que las citadas nominaciones se realizan deprisa y corriendo después de la expulsión, es decir, a las 1:20h aproximadamente. Recordemos que todo esto se da cuando el programa debe finalizar, según lo previsto, a la 1:30h. Todo un despropósito.

Pero aún hay más, ahora no interesa si los concursantes aprenden a pescar, a hacer fuego o a valerse por sí mismos. No. Ahora lo importante es dejar casi dos horas de ‘prime time’ para que la Pantoja se reconcilie con Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco, y muestre su soberbia y orgullo en pantalla. Parece ser que también es más relevante comprobar cómo la vida de Rosa Benito en España no es la que ella quisiera y, por ello, se hace de obligado cumplimiento que su marido, Amador Mohedano, vaya expresamente a Honduras para visitarla. Visto lo visto, en este juego sucio basado en conseguir la máxima audiencia posible, el plató de Supervivientes debe convertirse en el de Sálvame y los ex concursantes y los familiares han de insultarse y dedicarse gestos de desprecio. Y, qué esperar de un casting en el que hay una joven transexual, un personaje mediático ‘hijo de’ como Kiko Rivera y una polemista como Aída Nízar. Justamente, el caos se desata.

¿A caso es de extrañar que la innecesaria vuelta de Aída Nízar haga que Jorge Javier, presentador del formato con cierta voz de autoridad entre el público, le dedique apelativos como “enferma”, “mala persona” e “hija de puta”? ¿Resulta raro que la primera expulsada de Supervivientes le pregunte a Rosa Benito dónde quiere ser enterrado Ortega Cano? ¿Tiene que aguantar una madre que un hombre mediático como J. J. Vázquez le diga a su hija en su presencia los insultos anteriores? Por supuesto que todos sabemos cómo se las gasta Aída Nízar y su madre, pero ayer Telecinco cruzó la línea. Un presentador debe ser imparcial, objetivo y no puede humillar a ningún concursante porqué, como bien apuntaba la incorrecta Nízar, Jorge Javier lleva la batuta y tiene el poder de sentenciar y desterrar a quien quiera televisivamente. Ayer el nuevo ‘multipresentador’ de Telecinco se equivocó al dejarse llevar por sus impulsos y calificar a una persona, concursante o no, de esa manera delante de 4.159.000 espectadores. Por último, un pequeño apunte: dudo, señora Ana Rosa Quintana, que Aída Nízar sea una hija de puta, como bien usted ha dejado claro hoy en su programa.

Y ahora es cuando invito a la reflexión. ¿No ha hecho lo mismo Operación Triunfo este año? Ha cambiado de presentador, el jurado no era fijo sino que iban y venían figuras del ámbito musical, los contenidos del programa versaban sobre si los concursantes decían tacos o no o si se comían 8 ó 9 filetes de pollo para cenar; las canciones no duraban en muchos casos los dos minutos y los profesores les decían a sus alumnos frases como “en este canción tienes que ser una drogadicta, una ‘yonkie’”.

No obstante, la degradación de los ‘reality show’ ha afectado de forma diferente a OT y Supervivientes, logrando la muerte de uno y la gloria de otro. ¿Por qué? Fácil. El público al que va dirigido el programa no es el mismo. En Supervivientes la gente quiere show y morbo. Quiere ver como los famosos pasan penurias y sufren y, si se insultan entre ellos y se levantan la mano, mejor que mejor.  En Operación Triunfo lo que busca el público es totalmente contrario: la audiencia quiere ver cómo se forman los chicos y cómo evolucionan. El público de este concurso musical no quiere saber si los concursantes se saltan la dieta o se insultan, no quiere ver un reencuentro con con sus familias y no quiere que se expulse y se nomine a la 1 de la madrugada. Quiere ver las canciones, el show en el escenario. Y no es cierto que se busque la humillación de los concursantes. Sólo los que son admiradores de las palabras de Risto Mejide y no de Operación Triunfo cambiaban de canal a la hora de las nominaciones. Así que ese argumento no me vale.

He aquí pues la cara y la cruz de la última y novedosa técnica empleada por Paolo Vasile. Como sigan así, la gente llamará a Telecinco ‘Telecirco’.

1 comentarios:

BL dijo...

Telecircus ha perdido el rumbo... del todo.
Gran reflexión.

Publicar un comentario