martes, 16 de noviembre de 2010

Euforia #1

Son tan fuertes mis latidos que el sonido de mi voz no se escucha cuando a gritos pide que me haga mayor.

Absurdo. Todo es absurdo. Sin sentido. Siempre esperando algo. Deseando algo. Queriendo crecer. Queriendo avanzar. Lo mejor es esperar. No precipitarse. Ser cauto. La cautela es un don. Y también la perseverancia.

Se educa en la lucha, en que se consigan los objetivos pero nadie comenta lo difícil que es lograrlo. Todo es mentira. Nos mienten y en consecuencia mentimos para protegernos, para no ser libres, para encarcelarnos. Arrepentimiento. Culpabilidad. Y entonces actúa la conciencia. Lo dijo Lisbeth Salander: se debe hacer un análisis de consecuencias antes de actuar. Casi nadie lo hace. Hablamos, actuamos, nos movemos pero pocas veces pensamos. Pensar. Si se piensa es después de haber hablado y actuado.

La conciencia es un cástigo, un riesgo, una toma de percepciones de los actos que se han realizado. ¡Qué viva la euforia! No escuchar a tu mente, no hacerle caso y en su defecto prestar atención al corazón es, sin duda, digno de admiración. Dejarse llevar y no contar las palabras y pasar por alto la respiración y ser quien eres y actuar conforme a tus principios y saltar y reír y andar y disfrutar y gritar.

Por desgracia, todo se reduce a mentira y represión.


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