jueves, 23 de diciembre de 2010

Entre el alma y la piel


Ocurre cuando menos te lo esperas, cuando dejas de buscarlo y de obsesionarte. Simplemente sucede. Y es algo maravilloso. Vuelves a ilusionarte, a recobrar la esperanza, a sentir que todo va bien. Tocas el cielo, pruebas el paraíso, te bañas en oro, te sumes en un éxtasis de adrenalina cuando te cruzas con su mirada, esa conexión tan necesaria y tan mágica.

Sientes que la taquicardia y la aceleración son una constante; síntomas de amor. Y sólo porque estás a su lado, porque le coges la mano. Porque lo hueles, lo tocas, lo saboreas, te diluyes en sus labios, te evaporas cuando notas su tacto, te estremeces cuando escuchas su dulce voz susurrándote en silencio, despacito al oído, que siempre estará cuidándote. Porque pase lo que pase lo único que deseas es despertarte sabiendo que duerme a tu lado, que su perfecto cuerpo ahora es tuyo, que puedes estar horas entrelazando tus dedos con su cabello. Porque es una sensación inigualable, preciosa y fascinante. El tiempo se detiene en el acto.

No dejas de repasar su anatomía, de perderte en sus profundos ojos negros, de querer compartir con él momentos junto a la orilla del mar, de escuchar vuestros corazones latir al mismo compás. Nada va mal, todo funciona perfectamente. Alguien ha llamado a tu puerta y ha entrado en tu interior: en tus sentimientos y en tu corazón. Ahora mismo es parte de ti. Lo notas intrínseco, imprescindible y está justo ahí: entre el alma y la piel, el sitio exacto en el que nos desarmamos, en el que empezamos a entregarnos completamente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Oiiiiss... Ojos brillaaaantes... ** (Ara ho he pogut llegir millor que al teu quadern de bitàcora :P)

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