domingo, 5 de diciembre de 2010

Mediocre, patético

"No són tristes totes les vides es visquen com es visquen?"
Mercè Rodoreda

Vivo queriéndolo todo y no tengo nada.
Tengo las horas contadas contigo y no te lo he dicho.
Vine buscando mi suerte a este lugar, por eso ahora no tengo a dónde ir.
A veces te marchas, no sé dónde estarás.
Yo te espero, por cumplir hasta el final.

Lo volverá a negar. Callará, sellará sus labios y no lo aceptará. Vivirá en el doloroso silencio, en el vacío de las palabras que nunca pronunció debido a la pesadumbre que conllevaban. Volverá a estafar. A estafarse. A engañarse. Volverá a mentir. Volverá a elevar la mirada intentando eludir su realidad. Lamentablemente, volverá a disimular.

Tejerá redes imaginarias donde podrá esconderse, donde protegerse. No querrá salir nunca de allí y se hará daño. A veces deja volar la imaginación y fantasea con ser libre, con andar descalzo. Huye, huye, huye. Únicamente quiere escapar. Podrá ser consciente de sus actos, pero ni los vive ni los siente, para él sólo suceden. Continuó con su falacia y construyó un gran muro repleto de nombres. Muchos de ellos eran simplemente letras; trazos marcados caóticamente. Otros constituían palabras cargadas de gran valor como en su día lo tuvo la palabra “Dios”.

Soledad, no. Eso no tenía cabida en su mente. Sentía manos, manos que lo sujetaban, que le hacían seguir hacia delante. Sin embargo, constantemente se sumía en inseguridad y escepticismo, viéndose incapaz de afrontar su mundo y parco en posibilidades de triunfo. Pero no podía rendirse, tenía que luchar y superar sus temores. Mientras tanto, veía múltiples miradas, pares de ojos que se fijaban en él: “¡Qué pequeño soy!” - se repetía una y otra vez. Y se sentía idiota, ínfimo, objeto de mofa y risa, mediocre, patético.

Todo avanzaba, siguiendo su curso natural pero, en cambio, sus pies seguían firmes en la áspera tierra. No querían avanzar. Algo los retenía. Entonces se sintió impedido, incapaz de hacer cualquier cosa. Se sentía incómodo con sus dudas y con sus dinámicos pensamientos. Ahora blanco, más tarde negro. Sentía lástima. Lástima hacia su forma de ser, de pensar y de actuar. Sentía miedo, envidia, rencor, inseguridad, autocompasión, cohibición. Y seguía en su espiral, en su vacio mental, en su propia ausencia. Era algo moral. Pedante. Pasional.

Que cada uno se olvide de lo suyo, por un momento, una noche nada más.

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