jueves, 18 de agosto de 2011

El Papa y otros desastres

En estos días en los que me viene a la cabeza el magistral artículo de Joan Barril, “Falsedats papals”, la visita de S.S. El Papa revoluciona nuestro país. La manifestación laica convocada ayer, 17 de Agosto, a las 19:30horas terminó en La Puerta del Sol con carga policial y enfrentamientos cruzados. A la hora citada se iniciaba la marcha en la plaza de Tirso Molina bajo el lema De mis impuestos al Papa, cero. Por un estado laico. Finalmente la protesta, que fue convocada por 100 asociaciones y  que unió alrededor de 5.000 personas por las calles de la capital española, tenía como leitmotiv principal el despilfarro y el gasto público que supone la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid. Así, para aclarar rumores la JMJ afirma que el encuentro “ha costado 50 millones de euros sufragados con fondos propios”, según dice el diario El País. 50 millones de euros sin contar el uso de edificios públicos, los descuentos que tienen los peregrinos y, dios sabe, qué más cosas no se incluyen.

Cabeza de la marcha laica
El final de la marcha iba a ser el punto de partida, es decir, Tirso Molina; pero no fue así, puesto que manifestantes y peregrinos se encontraron en La Puerta del Sol y las críticas, las mofas, los insultos e incluso los golpes entre ambos grupos se sucedieron. Fue en ese momento cuando la policía decidió acordonar la zona y separó por medio de cordones de seguridad a los simpatizantes de la marcha laica y a los peregrinos participantes de las JMJ. Pero eso no impidió que se dedicaran entre ellos insultos y actitudes arrogantes. A gritos de “¡Benedicto, Benedicto!” se pronunciaban los peregrinos, mientras que “¡Es un nazi!” contestaban los participantes de la marcha. Además, los protestantes iban acompañados de pancartas que decían: “El mundo muriéndose de hambre, vuestro Papa con traje de luces” o “Próxima JMJ en Somalia”, ésta última en referencia a la preocupante hambruna que sufre actualmente el país africano.

Imagen de la carga policial en la Puerta del Sol
Finalmente, la Policía decidió intervenir y desarmó sus porras, sus puños, su particular autocracia y su abuso de poder. Mientras los peregrinos desalojaban Sol por el metro, la Policía empezó a golpear a toda persona asistente, provocando que, a modo de respuesta, varios marchantes laicos les dedicaran por epíteto el sustantivo: “¡Asesinos!”. Asimismo, la violencia vivida días anteriores cuando se desalojó al Movimiento 15-M de la plaza del Sol, se revivió ayer en el mismo lugar. Finalmente 8 detenidos y 11 heridos, y una pregunta en el aire ¿hasta dónde vamos a llegar? Christian Salinas se identificó como fotógrafo de un periódico peruano, pero eso no le impidió ser golpeado por la Policía. Parece que ante cualquier manifestación pública es necesario llegar a las porras, la brutalidad y la actuación policial. Pero no sólo se dedicaron insultos los manifestantes y los peregrinos, la iglesia, también. Juan Antonio Martínez Camino, portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal, dedicó a los manifestantes la bonita palabra: “parásitos”. Ahí está el ‘Amor y respeto al prójimo’ que tanto clama la iglesia.

Quizás sean parásitos, pero tienen el mismo derecho a manifestarse que S.S. El Papa a oponerse al aborto y a prohibir el condón. Con la diferencia de que a él no le pueden amenazar, no le pueden golpear y no le pueden detener, pero al ciudadano de a pie que expresa su opinión sí. Por otra parte, es cierto, que los manifestantes y los peregrinos se dedicaron insultos y se provocaron unos a otros. Mal hecho. No hay que defender los ideales propios, echando por tierra los de los demás. Sin embargo, también es verdad que los gastos que le suponen a España la organización de las JMJ y de la visita del Papa Benedicto XVII son desorbitados dada la situación económica actual por la que pasa el país. Pero lo que sí que no se puede consentir bajo ningún concepto es que cualquier ciudadano de a pie pueda ser golpeado por la Policía de una manera brutal y salvaje por ejercer su derecho a manifestarse. El problema se da cuando al día siguiente viene S.S. El Papa y las calles de la capital han de estar limpias de disturbios y obstáculos. Ahí todo vale. Últimamente, para la Policía el fin justifica los medios, pero ¿y para el resto de ciudadanos?

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