lunes, 9 de mayo de 2011

La edad de las flores (desigual)

Tienen edades diferentes y conocieron tiempos distintos pero nadie es capaz de cortar el lazo que las une. Allí, en ese pequeño jardín repleto de flores, de naturaleza efímera que va y que viene, se encuentran dos generaciones unidas, un siglo aunado en dos vidas con miles de historias que contar. En sus rostros se refleja alegría y complicidad: se funden la una con la otra. La mujer le cuenta a la joven niña que tiene aún el mundo por descubrir. Ésta, atenta a todo lo que le dice, descubre en el tono de voz de la señora que ha vivido con fuerza, a todo pulmón, que ha sentido todo lo que ha hecho, que ha actuado de fe, que ha disfrutado de la vida y que ahora le toca a ella. La niña escucha y siente paz, siente como unas alas la protegen del dolor y la alivian, se siente segura, se siente capaz de caminar, de almacenar recuerdos que compartir con la anciana para así volver a hacerle sentir la pasión con la que hace mucho tiempo vivió. “Vuela niña, vuela como aquel pájaro que se acaba de escapar de tus manos. Florece niña, florece como la más roja flor que jamás se postre entre tus labios”. Abuela y nieta se funden en un cálido abrazo.

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